por Victoria Aldunate Morales
Fotografía cortesía de Monica Quezada
Chile.- Cada día duele más no poder abrazarlo”… Mónica cree que “parte” de su alma ha viajado con Matías y le ruega “humildemente a la madre naturaleza” que le ayude a escucharlo “con el corazón”. Siente que lo amará “eternamente” y que mientras esté viva no dejará de “buscar Justicia”…
Es lo que le juró a su hijo asesinado por un carabinero la última vez que lo abrazó…
El crimen contra Matías Catrileo Quezada lo cometió el cabo de Carabineros Walter Ramírez, en un fundo en la comunidad de Vilcún, a unos 30 kilómetros al este de la ciudad de Temuco (Región de la Araucanía) el jueves 3 de enero de 2008. En la madrugada, Matías, de 23 años, estudiante de Agronomía de la Universidad de la Frontera, había entrado a un fundo con un grupo de 30 comuneros mapuche para una ocupación pacífica pues esos terrenos son demandados como ancestrales por la comunidad Lleupeko. El fundo, al que los winca llaman “Santa Margarita”, pertenece, según las leyes de propiedad del Estado chileno al particular Jorge Luchsinger -de una de las familias más ricas de Chile-.
El crimen contra Matías Catrileo Quezada lo cometió el cabo de Carabineros Walter Ramírez, en un fundo en la comunidad de Vilcún, a unos 30 kilómetros al este de la ciudad de Temuco (Región de la Araucanía) el jueves 3 de enero de 2008. En la madrugada, Matías, de 23 años, estudiante de Agronomía de la Universidad de la Frontera, había entrado a un fundo con un grupo de 30 comuneros mapuche para una ocupación pacífica pues esos terrenos son demandados como ancestrales por la comunidad Lleupeko. El fundo, al que los winca llaman “Santa Margarita”, pertenece, según las leyes de propiedad del Estado chileno al particular Jorge Luchsinger -de una de las familias más ricas de Chile-.
El terrateniente mantiene constantemente, en lo que define como “su fundo”, vigilancia, tanto privada como de carabineros. Esa madrugada un Grupo de Operaciones Policiales Especiales (GOPE) de Carabineros de Chile atacó a los comuneros disparándoles con subametralladoras a pesar de que, de acuerdo a los relatos extraoficiales, los mapuche estaban desarmados. El carabinero que asesinó a Matías, portaba una subametralladora UZI, cargada con proyectiles de guerra, y le disparó por la espalda. Los peñi de Catrileo, en medio de los disparos, tomaron su cadáver y lo escondieron para evitar que las fuerzas represivas alteraran las evidencias del crimen. Sabiendo como actúa una policía que tiene historial de dictadura, los comuneros se comunicaron con una radio de cobertura nacional, la Bío Bío, que transmitió en directo lo que sucedía. Chile entero supo del alevoso crimen esa misma mañana y la policía no pudo trastocar las evidencias. Lo que sí pudo la “justicia” militar fue liberar muy pronto al carabinero: por votación unánime, los jueces de la Corte Marcial concedieron el 31 de enero, la libertad a Walter Ramírez, quien no alcanzó a estar ni un mes en la cárcel.
REBELDE Y CRÍTICO
Los orígenes de la familia Catrileo se remontan a 1879 cuando se sabe que nació Valentín Catrileo Catrileo, bisabuelo de Matías en la zona de Coltauco (sexta región), el rastro se pierde y algunos de los Catrileo que vinieron después, se exiliaron a Santiago como tantos otros mapuche despojados de tierras, buscando trabajo. El padre de Matías, Mario, es urbano y estudió en la universidad de la capital, allí conoció a Mónica Quezada en los años 80, plena dictadura…
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